Y una casa que es en la cual al presente vivo, que está en esta villa en la calle de Miradero. Linde con casas de Alonso Guisado y de los herederos de Sancho García. Toda libre de diezmo y tributo. Los cuales lleven y hereden las beatas[1] de esta villa que al presente son unas y están recogidas en una casa en la calle de Badajoz que son: Inés Domínguez, beta mayor y María de la Cruz y María de los Ángeles. Con todos los demás bienes atrás recibidos y otros que a ser quiera míos, que estén de mis puertas adentro y por mío se hallaron en esta villa y en otras partes.”
Este fragmento muy conocido dentro de la historia de Montijo, pertenece al testamento de la beata Marina Sánchez fechado el 17 de junio del año 1583. Se conserva una copia en el Archivo Diocesano del Arzobispado de Badajoz dentro del conjunto documental que generó en su momento el archivo histórico de la parroquia de San Pedro Apóstol. Junto a dicho testamento (de una riqueza extraordinaria en su totalidad para el conocimiento de una parte del Montijo del siglo XVI), hay otro texto quizá de menor recorrido en publicaciones, que pertenece a la licencia para que se levantara un monasterio y que el IV Conde de Montijo don Cristóbal Portocarrero y Guzmán realizó el 11 de marzo del año 1703, entrando en vigor un año después de manera que el entonces beaterío de Nuestra Señora de los Remedios pasase a Monasterio bajo la advocación del Santo Cristo del Pasmo:
“…bajo la invocación de Nuestro Señor Jesucristo que vulgarmente se llama del Pasmo y de la jurisdicción del Prior de San Marcos de León, con el establecimiento o estatuto de la verdadera clausura y hacer los votos acostumbrados y profesar la Orden de Santa Clara y todas sus constituciones y reglas que para tal efecto pueden pasar dos monjas, de las que quisieran de los conventos de la misma Orden o Regla de la Provincia de Extremadura.”
(Continúa leyendo en La Ventana de las Vegas Bajas
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