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Ritos y manifestaciones públicas en las Cofradías de Penitencia para Montijo y Comarca: s. XVI-XVII

Pablo Iglesias Aunión


Asomarnos durante estos días a cualquiera de las calles de nuestros pueblos y ciudades es visionar plásticamente un conjunto de ricas y bellas imágenes que pueden ser simplemente recuerdos para unos y, para otros la rica vivencia de las últimas horas en la vida de un personaje -Jesús de Nazaret- que aceptada su existencia por la práctica totalidad de las comunidades científicas, llena de sentimientos para que cada cual pueda encauzar, en función de sus creencias hacia una reflxión desde el contenido que en estas líneas les presentamos.


Lo cierto es que la historia se hace presente de manera viva en esas manifestaciones donde el hombre ha sabido a lo largo de los siglos expresar su particular manera de entender la fe por medio de la llamada religiosidad popular. Extremadura y con ella Montijo y la Comarca, se suman a este fenómeno para dejarse querer por la Historia.


Comprensión histórica de un fenómeno religioso a través del asociacionismo cofrade


Las cofradías que mayor impacto tuvieron en toda Extremadura y que obviamente inculcó su huella en la comarca emeritense y especialmente en la zona montijana, es las que conocemos toponímicamente como Cofradías de la Vera Cruz o Santa Cruz. De ellas es cierto que hemos hablado en alguna que otra ocasión, esencialmente cuando llega el mes de mayo con la festividad de la exaltación de la santa Cruz. Ahora bien, ¿somos consciente del impacto visual e histórico que tuvieron estas cofradías en el pueblo? En unos siglos en los que la gran mayoría del éste carecía de una formación cultural y menos aún, de un conocimiento de la escritura y la lectura. La plasticidad de las cofradías visualizando con sus imágenes los momentos de la pasión y muerte de Cristo no tardaron en calar en esa religión del pueblo y la teatralización e imitación de algunos de esos instantes de la “pasión de Cristo”, llegando a ser asumidos y representados.

Es difícil no encontrar una localidad de nuestra comarca que no posea una cofradía bajo la advocación de la Vera Cruz o Santa Vera Cruz. Ya en el año 1583 el famoso testamento de la beata Marina Sánchez hace referencia a la cofradía de la Vera-Cruz. Hablamos por tanto del último cuarto del siglo XVI y lo hacemos sobre una cofradía que, de arraigado origen franciscano y asimilada a prácticas penitencias (disciplinantes o flagelantes, por ejemplo), está abriendo para el montijano la puerta al conocimiento histórico dentro del comportamiento del pueblo de manera colectiva, desde una piedad y una religiosidad popular que como hemos dicho anteriormente, ya en varias ocasiones se ha escrito y hecho referencia nuestros estudios históricos.


Prácticas desde ese modo colectivo que se extienden por toda la comarca y que llenan nuestros pueblos. Cofradías bajo la advocación de la Vera Cruz, una de las más representativas y significativas de las llamadas cofradías penitenciales las encontramos junto a Montijo, en La Garrovilla (años 1604-1605), Cordobilla de Lácara (años 1694-1605), Torremayor (años 1603-1605), La Nava de Santiago (1604-1605) o Puebla de la Calzada (1604-1695). Y bien, ¿qué de nuevo podemos decir de estas cofradías? Pues esencialmente que fueron -no exclusivamente- las grandes difusoras de una práctica que llevó incluso en el siglo XVIII al propio monarca Carlos III (1759-1788), a prohibir dicho fenómeno e incluso a la salida de procesiones durante la noche. Hablamos de la llamada “disciplina pública” que las introduce casi en el modelo típico de cofradías de pasión, sangre o púbica penitencia.


La disciplina pública en las cofradías de Pasión: la Vera-Cruz


En los múltiples textos de muchas de estas cofradías que he podido estudiar desde la diócesis de Coria- Cáceres a la de archidiócesis de Mérida-Badajoz, la reconstrucción y el conocimiento hoy en día de ese momento crucial de acompañar las imágenes titulares de estas cofradías con el acto público del “autocastigo” como imitación al sufrimiento de Cristo, históricamente es fácil de reconstruir (sin olvidar en ningún momento el momento histórico al que hacemos referencia es decir, no caer en el anacronismo y ver con la mentalidad de hoy aquellos acontecimientos).


Hoy sabemos que para la realización de la disciplina pública “cada hermano tenga una camisa como alba hasta los pies para que vayan cubiertos y que no se les conozcan, abiertas por detrás, para a disciplina del Jueves de la Cena [Jueves Santo], con su disciplina. Y que los cofrades de la dicha, vayan de cuerpo y los pies descalzados, alumbrados por los disciplinantes. Y las mujeres cofrades vaya con sus velas a libra de cera”.


Las ordenanzas de estas cofradías (en general de muchas otras), fomentaban la formación y la difusión de la doctrina católica con los sermones que los hermanos cofrades en general y los disciplinantes en particular, escuchaban con especial emoción porque “siempre han tenido una gran devoción por la Pasión de Cristo” (en el contexto de dichos sermones).


El Interrogatorio del año 1791 para la denominada división del Reino en provincias, establece y genera una riqueza documental tan importante que aparecen los pueblos de Extremadura con una relación nominal ofreciendo aspectos que sirven para el conocimiento social, económico, político y obviamente permiten conocer el comportamiento religioso y, de manera concreta si lo buscamos, el de estas cofradías de disciplina (entendamos que por cofradías de disciplina no debemos entender únicamente a las denominadas Vera-Cruz, pero si ocupan éstas un alto porcentaje dentro de esta tipología).


Gracias a la conjunción de todos estos documentos (civiles y eclesiásticos), hoy estructuramos el complejo y específico ritual de estas cofradías para la penitencia pública y que en la casi totalidad de pueblos que hemos mencionado anteriormente y en los queexistieron cofradías de la Vera-Cruz, entre ellos Montijo, Puebla de la Calzada o Torremayor, realizaban: primero un Triduo “que ha de hacerse el Jueves de la Cena, en anocheciendo, vengan todos a la iglesia, donde está cerrado el Santísimo Sacramento…y que el Jueves Santo, en la tarde, en acabando el mandato [en referencia a las palabras de Cristo sobre la institución de la Eucaristía], se lleven los crucifijos, pendón y manga a la ermita de la Santa Vera-Cruz y en ella se señale la hora para la procesión…”



Posteriormente un sermón y, finalmente la estación pública de penitencia y que todos los hermanos vengan confesados y comulgados a la dicha procesión pena de una libra de cera, excepto los que se hallaren fuera, por legítimamente impedidos…que ningún hermano se discipline ni pueda vestirse en la procesión hasta los diez y siete años”.


Tras la salida procesional, los llamados hermano de sangre o de disciplina comenzaban dicha práctica: “En la noche del Jueves Santo, con disciplinantes y una cruz, todos los hermanos cofrades han de disciplinarse, estando sin pecado. E aquellos que no se disciplinasen, lo harán después de la procesión y realizarán alguna otra actividad, siendo penados con una libra de cera. El mayordomo aparecerá con toallas, esponjas, para lavar las espaldas. Junto con pan y vino. También serán penados aquellos que dijeren cosa mal de esto o de la cofradía o injuria ayuntados o fuera de él, pagando un cuarterón de cera”.


Estamos pues ante una de las características más sobresalientes y a la vez más enigmáticas de las cofradías de penitencia en Extremadura y con absoluta y total certeza en el caso de las cofradías de la Vera-Cruz en Montijo o Puebla de la Calzada (en sus libros de fábrica hay pagos anuales para el llamado lavatorio de los disciplinantes).


Basta decir que el impacto de estos actos que se remontan a los años finales de la Edad Media en muchos aspectos de nuestra geografía peninsular y durante los años comprendidos entre los siglos XVI al XIX, hicieron que por ejemplo en el año 1777, Carlos III dictara un 20 de febrero en el Pardo que “las Chancillerías y Audiencias del reino no permitan disciplinantes, ni empalados, ni otros espectáculos semejantes que no sirvan para la edificación y puedan servir a la indevoción y al desorden en las procesiones de la Santa Cruz…”


Hemos querido pues con este breve y cortísimo análisis, contribuir con un contenido que nos sirva para entender el complejo proceso de compresión y expresión por parte del pueblo sencillo y llano de los acontecimientos que ahora ocupan durante estos días las expresiones públicas en las cofradías. Obviamente la Iglesia y el Estado se mostraron constantemente en contra de estas manifestaciones, especialmente conforme se avanza en el tiempo y nos vamos acercando de manera gradual a los siglos XVIII-XIX.


Pero ni mucho menos las medidas dimanadas de uno u otro lado consiguieron que estos fenómenos de pública penitencia se extinguieran. Sirva esta reflexión para un conocimiento histórico del comportamiento social desde la religiosidad y piedad popular.


“Y no hay otra vida para la vida y para la verdadera y entrañable paz, sino la vida de la Santa Cruz y continuada mortificación”. (Tomás Kempis en Imitación de la vida de Cristo. Libro II, capítulo 12, III y X).


Fuentes Bibliográficas


Para la redacción del presente artículo se ha utilizado una serie de estudios y publicaciones realizadas por mí: Religiosidad y piedad popular en la Extremadura del Antiguo Régimen. Las cofradías en la diócesis de Coria-Cáceres en los Tiempos Modernos. Siglos XVI-XVIII, (Departamento de Historia Moderna. Facultad de Filosofía y Letras. Tesina Doctoral, 2001). Historia de la comarca de Lácara del Medievo a la Edad Moderna, (Editado por Adecóm-Lácara, Diputación de Badajoz, 2001). La expresión de la piedad popular en Extremadura a través de las cofradías: normativas y reglas en las series documentales de los archivos parroquiales (siglos XVI-XVIII), (Memoria Ecclesiaes XXXIV, Fiestas religiosas y civiles y archivos de la Iglesia).


Imágenes: Cofradía de la Vera-Cruz de Montijo. Imagen de Jesús “amarrado” de Puebla de la Calzada. Los disciplinantes (1808-1812), de F. Goya.

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