La falta de respeto al ser humano con independencia de su raza, credo o ideología no son valores del COI, pero si se han puesto al alza en este París 2024: ¡así les va!
¿Qué sentido tiene? ¿A qué viene esa ofensa a los cristianos? ¿Se atreverían con otras manifestaciones religiosas? Obviamente no, ni lo deseamos y además sería igual de denigrante que lo ha sido con la grotesca representación vista por todos el acto inaugural de los Juegos Olímpicos de París 2024: ¿Estos son los valores del COI?
El Olimpismo moderno fue concebido por Pierre de Coubertin, a cuya iniciativa se reunió el Congreso Internacional Atlético de París en junio de 1894. El COI se constituyó el 23 de junio de 1894. Los primeros Juegos Olímpicos (Juegos de la Olimpiada) de los tiempos modernos se celebraron en Atenas, Grecia, en 1896. En 1914, se adoptó la bandera olímpica presentada por Pierre de Coubertin en el Congreso de París. Se compone de cinco anillos entrelazados, que representan la unión de los cinco continentes y el encuentro de los atletas de todo el mundo en los Juegos Olímpicos. Los primeros Juegos Olímpicos de Invierno fueron celebrados en Chamonix, Francia, en 1924.
El primero de sus principios dice: "El Olimpismo es una filosofía de vida, que exalta y combina en un conjunto armónico las cualidades del cuerpo, la voluntad y el espíritu. Al asociar el deporte con la cultura y la educación, el Olimpismo se propone crear un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo, la responsabilidad social y el respeto de los derechos humanos reconocidos internacionalmente y los principios éticos fundamentales universales dentro del ámbito de competencia del Movimiento Olímpico". (Principios del Olimpismo. Carta de los Juegos Olímpicos. Principio 1).
Pues el respeto al prójimo es lo primero que hace que exista unidad cultural, se potencie la educación, se de un buen ejemplo de respeto a los derechos humanos reconocidos internacionalmente entre los que está, faltaría más, la libertad de creencia.
Siempre el ataque es hacia el mismo lugar y por los mismos. Pero históricamente ha ocurrido siempre igual: una minoría, rabiosa e impotente, que no representa a nadie más que ellos mismos, ataca a quien sabe que calla y que no reaccionará contra la ofensa. Pero creo que esta vez, se han pasado. No se puede exigir a los demás lo que uno mismo no ofrece: "tenéis que respetar mi identidad pero yo no respeto la vuestra". ¿Os imagináis un hecho al contrario? No. Primero porque no es la forma de actuar en una sociedad como en la que vivimos ("¿o sí?"), reclamar un derecho ofendiendo a millones de personas. Segundo, porque perdería todo el sentido de la razón de ser de aquello que estamos exigiendo.
Fue lamentable, destrozando otro de los objetivos del olimpismo que es poner siempre el deporte al servicio del desarrollo armónico del ser humano, con el fin de favorecer el establecimiento de una sociedad pacífica y comprometida con el mantenimiento de la dignidad humana: ¿qué valores se alzan en favor de la dignidad humana manipulando además un hecho histórico y burlándose -insisto- con la fe los cristianos?
El olimpismo además busca el disfrute de los derechos y libertades establecidos en esta Carta Olímpica debe garantizarse sin ningún tipo de discriminación, ya sea por raza, color, sexo, orientación sexual, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, riqueza, nacimiento u otra condición.
Muchos otros aspectos, no sólo se han querido olvidar conscientemente sino que se ha promocionado aquellos que representan nuevamente a una minoría, al poner en valor en los "juegos olímpicos" que el amor y la libertad se basa en el menage a tríos, proponiendo como anticuado y retrógrado el matrimonio y la familia. La vida familiar conlleva amor, que alivia las fricciones, es el cemento que nos une y la música que brinda la armonía. Por cierto, esto último lo dijo un tal Friedrich Nietzsche (1844-1900).
Pues nuevamente habrá que decir aquello "Paris vaut bien une messe" frase atribuida a Enrique de Borbón o de Navarra (1594), el pretendiente hugonote que aspiraba al trono francés y decidi´o convertirse al catolicismo. En fin, que queda por decir: "pues que así les va, que así nos va".
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