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La riqueza histórica de la Semana Santa en la Comarca

La síntesis entre el pueblo desde el fervor popular y la Liturgia desde la "religión oficial": siglos XV-XVIII



Jesús Nazareno. Puebla de la Calzada. Siglos XVI-XVII. Anónimo


El rico patrimonio de España en general y de Extremadura en particular nos conduce a entender la llamada Semana Santa como un fenómeno de extraordinaria raigambre en la historia de nuestros pueblos caso de la denominada comarca de las Vegas Bajas que la encuadramos de una manera más directa con la conocida Comarca de Mérida al analizarla cronológicamente entre los siglos XV al XVIII.


La época Moderna supone para el mundo de las cofradías un momento de gran expresión colectiva de la religiosidad popular, arrancando con fuerza ya en el último cuarto del siglo XV para adquirir una vertiginosa ascendencia entre los siglos XVI y XVII que tampoco logrará parar, aunque de manera concreta en algunos aspectos si frenar, el "ilustrado siglo XVIII".


La comarca emeritense con localidades a la cabeza como Montijo, Puebla de la Calzada, Lobón, Torremayor o zonas más al noreste como La Nava de Santiago o la Roca de la Sierra comienza ya en el siglo XVI expresan que lo religioso es notorio en la vida, en la sociedad, en los aspectos económicos y como no en el devenir político de estas localidades que tomamos a modo de ejemplo:


Cierto y notoria es la obligación de los Reyes y Príncipes cristianos tienen de obedecer, guardar y cumplir, y que en sus reinos y estados y señoríos, se obedezcan, guarden y cumplan los decretos y mandamientos de la Santa Madre Iglesia... [Real Cédula de Felipe II. Madrid, 12 de julio de 1564].


Tenemos en estos citados pueblos cofradías y hermandades que hacen ya alarde del fervor popular de un hombre que llega empujado por una religiosidad popular en la que debió influir el humanismo e incluso alguna parte de la historiografía encargada de estudiar este tema habla, del propio erasmismo. España recibe un doble impacto si queremos llamarlo así, tanto a nivel humanista como de la mano de las ideas de Erasmo procedente de una Italia con la que no deja en ningún momento de guardar relación y que incluso con Cisneros como "guardián de la ortodoxia" querrá cerrar puertas que se abrirán con el europeísmo de los Habsburgos (llegada de Carlos de Gantes, Carlos I de España).



María Stma. de los Dolores. Montijo, 1967. Francisco Buiza


Unamos a todo lo anterior la renovación de la devotio moderna con la actualización en los escritos ascético-místicos, especialmente esa imitación de Cristo que tanto vamos a tener recogido, representado y abrazado por el pueblo, especialmente en el momento más importante de su vida: la pasión y muerte (la resurrección hay que dejarla momentáneamente de lado). Se crean así unos ambientes espirituales en la vida religiosa del pueblo de cristiano que fácilmente se tradujeron las cofradías y sus procesiones en el tiempo por excelencia de la Semana Santa con los cortejos de disciplinantes y penitentes.


Pero hay que tener cuidado al hablar de religiosidad popular en el pueblo durante el siglo XVI influenciados por los elementos teológicos anteriormente señalados, pues nos encontramos en momentos más propios de una religión elitista que realmente de una cultura popular que es lo que hace que en el siglo XVI Montijo o Puebla de la Calzada como núcleos poblacionales más importantes de la zona geográfica estudiada (ocurre igual en otras muchas zonas), a las cofradías les cueste trabajo abrirse paso.


Al pueblo le cuesta y no llegan aquellas obras impresas que están destinadas más hacia una sociedad culta y sobre todo si hablamos de estas zonas tan ruralizadas. Hay que esperar al último tercio del siglo XVI y sobre todo al siglo XVII para que en el pueblo penetre un fervor religioso que si pueda ser traducido claramente en el mundo de la piedad y de la pública expresión con los cortejos procesionales.


El Concilio de Trento (1545-1563) aportó mucho a este mundo de "lo popular". Puede extrañarnos que la normativa de un Concilio y además de un concilio ecuménico (todas las ramas del cristianismo) incidan mentalmente en el sentimiento de lo popular. Pero efectivamente, Trento y sus sínodos episcopales para ámbitos concretos del mundo católico se proyectó en el mundo cofrade, si bien, no hemos de caer que es la única vía de impulso para las cofradías, aunque si enormemente importante.:


Que las procesiones ordinarias y extraordinarias puedan ir a las ermitas, según las costumbres. Que en las iglesias no se hagan representaciones y remembranzas, sin especial licencia del Obispo Provisor, y que los predicadores enseñen a los curas las instrucciones que lleven del Ordinario" [Sínodo de Carvajal, año 1606].


Lo que expresa el pueblo en la calle


Hoy en día y más que ningún otro momento de la historia, nuestros pueblos saben perfectamente que aquello que representan en las calles es lo que se debe vivir plenamente en el templo: es un pueblo culto, formado y al que la Iglesia le ofrece mil y una manera de poder entender que el centro neurálgico de la Semana Santa está en el Triduo Pascual: Jueves Santo, Viernes Santo y Vigilia Pascual.



Estación de Penitencia de la Cofradía de la Vera-Cruz en Montijo


Hay mucho aún que "limar y enseñar didácticamente sobre todo esto". Sí. Pero el camino con respecto a lo anterior es diferente. Deberíamos de tratar en un amplio estudio al siglo XVIII únicamente, para encontrarnos constantes choques entre religiosidad popular y religión oficial, entre pueblo e ilustración al que consideraba como supersticioso y guardián de viejos esquemas religiosos medievales.


Cuando presenciemos hoy en nuestras calles el paso de las estaciones de penitencia, pensemos el peso histórico, religioso, antropológico y de tradición que la misma Iglesia intenta con estas asociaciones llamadas cofradías, transmitir de generación en generación y todo, como dice la propia definición eclesiástica de cofradía: "para mayor amor y gloria a Dios, su Hijo Jesucristo y la Virgen María".


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