Mayo surge con luz fuerte de primavera en el ardor del acontecer histórico siendo capaz de abrir en la memoria del pasado, con sus claridades diarias, la lealtad al relato de aquellos momentos que vivirá España a partir de 1808.
Lealtad que se debe a la autoría de quienes antaño y en un ayer no muy lejano, supieron hablarnos de personas, personajes y personalidades que tuvieron su especial protagonismo en la llamada Guerra de la Independencia y que en esta Extremadura de narraciones interminables nos conduce hacia el nexo de lo local con la magnífica Historia de España.
“Tras el levantamiento popular madrileño, el 2 de mayo de 1808, enseguida fecha fuerte del patriotismo español, el malestar interno degenera en guerra contra el ejército galo y sus adláteres hispanos, avivada por la descarga emocional producida en el resto de la Península…La entrega de los anónimos héroes madrileños extiende los motines en ambas Castillas, Asturias, Extremadura y Andalucía.”
F. García de Cortázar, Breve Historia de España, 402. Editada en el 2016.
Como nos indica el profesor García de Cortázar, serán muchos los anonimatos que intervendrán en este bélico acontecimiento y como expresa en la citada obra “larvada guerra civil que solapa al movimiento patriótico de la Independencia.”
Estamos pues en mayo y estamos ante el inicio de los acontecimientos que entre 1808 y 1814 darán lugar a lo que se como guerra contra los franceses o más comúnmente llamada Guerra de la Independencia.
Protagonismo de la comarca montijana: el valor de esos “no tan anónimos”
La Guerra de la Independencia española del dominio francés es indudablemente uno de los episodios que tuvo consecuencias enormemente graves para nuestra Comarca. La situación fronteriza de una Extremadura límite con Portugal que era aliada de Inglaterra, enemiga sin par de la Francia napoleónica, convirtió nuestro territorio en un lugar de interés para las tropas invasoras.
No exageremos absolutamente nada cuando decimos que la Guerra de la Independencia fue especialmente dura y onerosa para nuestra región por ese elemento que se puede definir -y que tantas veces se ha repetido a lo largo de nuestra historia regional y comarcal- zona fronteriza. Sabemos que, por todo ello, en 1809 las tropas inglesas y portuguesas entraron en Badajoz uniéndose al General Cuesta, quien dirigiendo la defensa hacia Talavera de la Reina.
Estamos en los momentos de los antecedentes del conflicto que los diferentes pueblos de nuestra comarca montijana, para nuestra Baja Extremadura y que nos hacen citar de manera obligada a instituciones y a poblaciones, que se verán enormemente mermadas en lo económico y en lo social por la presencia de un invasor que saqueó, hostigó y humilló a las gentes de estos lugares prácticamente durante cuatro años, los cuales incluso perdieron la intimidad del hogar al verse obligados en ocasión, a dar albergue en sus casas al propio enemigo.
Sin tener que retroceder mucho en el tiempo que acota el acontecimiento central con el que mayo nos acaricia el rostro, Montijo está presente, con personajes de relevancia, en eventos importantes que anuncia cambios que se desembocarán entre otros aspectos en la guerra: el Motín de Aranjuez (marzo de 1808). Hablamos de María Francisca de Sales Portocarrero, quien se vio vinculada al mismo por la participación en éste de su hijo mayor, el conde de Teba y VII Conde de Montijo Eugenio Eulalio Portocarrero Palafox y Zúñiga a quien curiosamente apodaban tío Pepe y de quien se afirmaba era masón y uno de los protagonistas directo en el acontecimiento de Aranjuez[1].
Pero hemos mencionado anteriormente instituciones y poblaciones. Instituciones que nos conducen a nombres propios, a lo individual que suma para lo común y lo global. Instituciones como la Junta Provincial aportando dinero y especies y que, desde ella, aparecen esos nombres a los que me refiero que defendieron sus bienes y posesiones y que marcan en la historia de la comarca un especial protagonismo en los complejos años de inicio del siglo XIX.
Así por ejemplo aparece el preciado y minucioso estudio de Javier Iglesias Berzosa[2] que nos conduce hasta Manuel Flores Calderón personaje de extraordinaria importancia para entender los acontecimientos de índole revolucionario a inicios del siglo XIX y que queda vinculado a la historia de Montijo.
Berzosa nos explica, que Flores Calderón debió llegar a Montijo sobre 1804. Será administrador de doña María Francisca de Sales Portocarrero que igualmente llega a Montijo desterrada por sus atribuciones descritas anteriormente. Con Flores Calderón, casado con Isabel García Marcos, llegan también sus dos hijos. En Montijo nacerá un tercero que fallecerá por una complicación en el parto según expone el cirujano que lo atendió Pedro Domínguez, recibiendo posteriormente con carácter de urgencia el bautismo bajo el nombre Lorenzo[3].
En la clarividencia de Manuel Flores Calderón se transparentaba ya en el velo del inmediato acontecer, lo que denominó el mismo monstruoso quinquenio y que nos ha servido junto a otras fuentes documentales para entender lo que supuso para la comarca emeritense la Guerra de la Independencia.
Los desastres de la guerra en la Comarca Emeritense
Montijo, Puebla de la Calzada, Torremayor, La Garrovilla, Esparragalejos, La Roca de la Sierra, Carmonita, Cordobilla de Lácara o La Nava de Santiago[4], nos sirven de claros ejemplos para saber que lo vivido por estas poblaciones, son clara muestra de la dureza de una guerra cruenta y que dejó a la comarca desolada y arruinada (como a toda Extremadura o a toda España).
Correspondencia que llega desde la Junta Provincial, descubren la profundidad de lo ocurrido en estos años y que como hemos dicho anteriormente, saquearon no solo en lo económico sino también en lo anímico y moral. Ejemplo de ello es que nuestras localidades tuvieron que sufrir por un lado el saqueo del invasor y por otro atender a las exigencias de órdenes que llegaban de la Junta Central[5] y que exigían de manera inmediata y rápida censar todas las producciones que los pueblos de la provincia tuvieren, pues las necesidades eran grandes: “Que se embargue todo el grano, informando de las tierras aprovechadas y el número de cabezas de ganado…”[6].
Finalmente no podemos olvidar en todo ello que la situación provocada por estas exigencias, hacía que se mirara con recelo los recursos que había en los pósitos en relación a esas reales órdenes y circulares, adquiriendo protagonismo mensajes al pueblo alentando el ánimo y queriendo impulsar los deseo por salir adelante ante tan trágica situación: “Exhorte y excite al patriotismo de esos hombres, vecinos, para que franqueen todo el trigo y cebada que puedan gratuitamente como lo hacen y aportan todos los pueblos de esta Provincia, confirmando el amor al rey que tienen tan acreditado…”[7].
___________________________________________
[1] P. Iglesias Aunión, Historia de la Comarca de Lácara. De la crisis del Antiguo Régimen a la Contemporaneidad (1761-1970), 183. Editada en el 2002. [2] J. Iglesias Berzosa, Vida de Manuel Flores Calderón. El compromiso de un revolucionario. Editado en el año 1997. [3] Dichos datos están recogidos en los correspondientes Libros Sacramentales (libros de bautismo y de defunciones), del Archivo Histórico de la parroquia de San Pedro depositados en el Archivo Diocesano del Arzobispado de Mérida-Badajoz. [4] Si se desea conocer con exactitud las fuentes documentales para el conocimiento de la Guerra de la Independencia en estas localidades, véase la obra de P. Iglesias Aunión, Historia de la Comarca de Lácara. De la crisis del Antiguo Régimen a la Contemporaneidad (1761-1970), editada en el 2002, en sus páginas 188-192 [5] Interesante la obra recientemente publicada del doctor José Sarmiento Pérez titulada La Junta Suprema de Extremadura en su comisión de subsistencias (1808-1812), editada por la Diputación Provincial de Badajoz (2020). [6] Archivo Histórico Municipal de Montijo. Sección: circulares y reales órdenes. Real Orden desde el gobierno de Mérida. Legajo 15. Carpeta 115. 13 de mayo de 1809. [7] P. Iglesias Aunión, Historia de la Comarca de Lácara. De la crisis del Antiguo Régimen a la Contemporaneidad (1761-1970), 195. Editada en el 2002.
Comentários