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El Patronato y Capellanía de Nuestra Señora de la Concepción en Montijo: 1636-1858


Traemos hasta nuestro Blog la actualidad en torno a una de las fiestas y solemnidades dentro de la historia de la Iglesia Católica que con más fuerza se ha venido celebrando a lo largo de los siglos en nuestros pueblos y ciudades de España. El mencionado artículo fue publicado en VentanaDigital el pasado 7 diciembre de 2018.

Ante la festividad de este 8 de diciembre, reeditamos dicho artículo trayendo hasta el Blog una parte de él y proporcionando el enlace para su lectura completa.

Montijo y la Inmaculada Concepción

En el año 1636 el licenciado y párroco de San Pedro Apóstol don Bartolomé Barrena de la Huerta, funda en la villa de Montijo el Patronato de Nuestra Señora de la Concepción. Bartolomé Barrena de la Huerta era presbítero de la Orden de Santiago, Prior del Convento de San Marcos de Sevilla y Mayordomo de la Cofradía del Santísimo Sacramento de Lobón. Comenzaba así la historia de una de las asociaciones populares más importantes de las que ha contado Montijo dentro de todo su elenco de hermandades, cofradías, patronatos y capellanías. Una institución que alcanzó sus años finales en 1858 después de soportar innumerables avatares y conocer periódicos históricos que hicieron mella en la historia local, eclesiástica y de la misma institución. Sucesos tales como la Guerra de Secesión Portuguesa (iniciada en 1640, reconocida su independencia en 1665), leyes desamortizadoras del reinado de Carlos IV (1798), Guerra de la Independencia contra los franceses (1808-1814) y medidas desamortizadoras y secularizadoras de Mendizábal (1835) y Madoz (1855), que terminaron prácticamente con su rico patrimonio y expoliaron una de las asociaciones que más bienes materiales y espirituales ha aportado a la parroquial montijana.

FUNDACIÓN DEL PATRONATO EN MONTIJO: 1636

Como he indicado anteriormente en el año 1636 Bartolomé Barrena fundaba el patronato de Nuestra Señora de la Concepción. Lo hacía erigiéndolo con un bello cuadro (actualmente desaparecido su original) sobre la Inmaculada Concepción, sobre el cual actuó desastrosamente el tiempo y las malas condiciones de conservación y tuvo que ser restaurado en varias ocasiones a lo largo de su historia. Hoy conservamos en la Sacristía Mayor de la parroquia una copia de aquel primitivo lienzo.

Hasta el año 1927 se conservó en la capilla que obtendría posteriormente a su fundación el Patronato una cartela donde se indica y refería a la creación patronal: “En el año 1636 fundó esta imagen de la Concepción y su patronato el licenciado don Bartolomé Barrena de Huertas, de la Orden de Santiago; cura que fue de esta villa y prior de su casa de Sevilla…”

La riqueza de la fundación nos ha dejado en la actualidad la posibilidad de conocer dos aspectos esenciales del funcionamiento de esta asociación en torno a uno de los temas más populares y que con más rapidez el pueblo ha sabido acoger en torno a la figura de María, Madre de Dios: la Inmaculada Concepción. Prácticamente tres siglos antes de que la Iglesia proclamase el dogma (Pío IX año 1854, Ineffabilis Deus), Montijo como otras localidades de nuestra geografía extremeña (véase el caso de la ciudad de Mérida en el año 1620 con el voto del alcalde y resto de la corporación municipal a la Inmaculada, tradición que se mantiene aún en la actualidad), asumía el amor a María por medio de esta advocación en torno a la Inmaculada.

Además, el fundador establecía una serie de aspectos que marcarían las connotaciones y características del Patronato y sus Capellanías. En referencia al nombramiento de los Patronos se establecía lo siguiente: “Item declaro y es mi voluntad, que los Patrono que hubiera de dicho Patronato, altar e imagen, puedan ser sacerdotes y que sean preferidos a los seglares todas las veces que concurran de los llamados; y sea el primero patrono mi primo el licenciado Rodrigo Alonso Barrena, notario del Santo Oficio…”

Y así fue cumplido con toda efectividad pues, en la documentación que conserva en el Archivo Parroquial de San Pedro, la cual permite conocer el devenir del Patronato desde prácticamente su fundación hasta el final (año 1858), en ningún momento ha sido patrono un seglar.

Mediante el estudio de la continuación de la cláusula anteriormente citada establecida por Bartolomé Barrena en el momento de la fundación, ésta aclara que, nunca podrá recaer en la misma persona el patronato y una capellanía, como tampoco estar sujetas a un mismo individuo dos capellanías. Esto es importante puesto que debemos de saber, que una capellanía se basa en la fundación por medio de la cual, ciertos bienes (importantes para el caso del patronato montijano) quedan sujetos al cumplimiento de una serie de actos tales como misas y otras cargas pías que permiten disfrutar de unos beneficios económicos a su capellán. En el caso del Patronato de Nuestra Señora de la Concepción, la capellanía gozaban del título de Capellanía Colativa, es decir, que el ordinario había nombrado para beneficio de la colación con lo cual, recaer más de una capellanía en un mismo sacerdote junto al hecho de ser además patrono, suponía una importante remuneración, en detrimento de otros presbíteros y de la misma parroquia.

La cláusula, que debió ser elaborada en fechas no muy lejanas a la fundación, queda claramente establecida toda una serie de condiciones de líneas descendientes que permiten siempre el acceso a las capellanías por parte de un sacerdote miembro de la familia del fundador, nunca una mujer: “El pariente más cercano de las casas ya nombradas, que sea varón más capaz, viejo y que tenga medios…”

Existe junto a esta mencionada cláusula otra en referencia al nombramiento del capellán que viene de la misma forma a regular la entrada en ellas de los parientes y familiares del fundador y obviamente, en calidad de sacerdotes.

LA CREACIÓN DE LA SACRISTÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN: 1779-1784

Uno de los momentos más importantes en la historia del Patronato de la Concepción de Montijo fue sin duda, la solicitud en el año 1779 de una capilla donde erigir sacristía a favor de la imagen titular. El proceso comienza el 18 de febrero de 1779 y no finalizó hasta el 16 de junio de 1784. Desde un principio la capilla le fue concedida por lo que perfectamente podemos aceptar como fecha de creación de la sacristía el año 1779.

Para ello, el Patronato solicita a los condes de Montijo como patronos a su vez de la parroquia de San Pedro, les sea concedida la capilla conocida entonces como la del Baptisterio. En dicha capilla sería colocada la imagen titular. Respecto a la imagen, desconocemos en estos momentos si se trata del cuadro inicial del fundador o una imagen de vestir entendiéndola como talla. Lo cierto es que, cuando se describe la capilla a finales del siglo XVIII, aparecen cuatro lienzos colgados en las paredes laterales y en el retablo, la imagen de Nuestra Señora, por lo que el Patronato debió de adquirir una talla que hasta la fecha desconocemos el autor y el momento de su adquisición.

Resulta interesante el elenco de personalidades e individuos requeridos en todo el proceso, los cuales pueden ser englobados en relación al mismo proceso y atendiendo a un orden cronológico que nos permite hablar y dar respuesta al por qué de la vinculación de algunos individuos con el patronato montijano.

1.- Solicitud de la capilla, 18 de febrero de 1779: don Josef Aguilar y Valdés, Juez Eclesiástico Ordinario de la Provincia de León.

2.- Poder otorgado por los Condes, 26 de febrero de 1779: doña María Francisca de Sales Portocarrero, VI Condesa de Montijo, casada con don Felipe Portocarrero Palafox y Croix. Ambos aparecen en el encabezamiento del poder otorgado al Patronato.

Del mismo documento, don Juan Francisco Palacios, cura párroco de la villa de Montijo en el momento del otorgamiento. Don Pedro Álvarez Vadillo, como Administrador General de las Rentas de los Condes en Montijo. Los testigos de dicho poder: don Mateo Molinos, don Pablo Ordóñez y don Manuel de Ayala, como Residentes en la Corte; don Juan Francisco Palacios, don Miguel Lavado, Gonzalo Ramón Pérez y Antonio Bartolomé Rancel y Moreno; don Ventura Felipe como Escribano del Rey y de Número de la Villa de Montijo y de la Subdelegación General de Rentas de Cámara y Gastos de Justicia del Reino.

3.- Sentencia Definitoria, 22 de diciembre de 1783: don Lucas Ximénez del Toro y don Juan Antonio Díaz como Procuradores representantes del Patronato; don Josef Aguilar y Valdés como Juez Eclesiástico. Don Juan Lucas Ximénez del Toro como representante de los condes de Montijo.

4.- Auto, 31 de enero de 1874: don Josef Aguilar y Valdés como Juez Eclesiástico; don Diego Murillo y Saavedra, como capellán del patronato, cura párroco de la iglesia de Santa María la Mayor de Mérida. Don Antonio Bruguera del Campo Salgado como Provisor General.

5.- Otorgamiento definitorio de poder, 28 de mayo – 16 de junio de 1874: don Diego Murillo Saavedra, cura párroco de Santa María la Mayor de Mérida y don Andrés Peñaranda, presbítero y Teniente de Cura de la misma parroquial y capellanes del Patronato, a instancias de don Pedro Vadillo, como administrador General del Conde. Don Pedro Reinoso, Manuel Romero y Manuel Muñoz, como testigos y vecinos de la villa de Montijo. Don Lorenzo Mateos Malpartida y Espinosa, como Escribano del Rey, Público de la Gobernación y Ayuntamiento y de todas las Rentas Reales de la ciudad de Mérida.

Don Toribio Pérez Barroso, don Juan Caballero y don Gonzalo Ramos Pérez como capellanes sustitutos de los propietarios don Diego Murillo Saavedra y don Andrés Peñaranda, capellanes. Don Dionisio de la Cruz Murillo, como Patrono, presbítero y vecino de la villa de Lobón.

Gracias a todo el expediente de cesión de la capilla, hoy podemos vincular los nombres de Diego Murillo Saavedra y Andrés Peñaranda como capellanes titulares del Patronato que actuaron de testigos y a favor del expediente elaborado por el Juez Eclesiástico en Mérida. Este es el motivo por el cual, aparecen sus nombres en la base del cáliz de plata sobredorado que aún se conserva en la parroquia y que expresa literalmente: “Soy de Nuestra Señora de la Concepción de la villa de Montijo. Siendo capellanes don Diego Murillo y Saavedra y don Andrés Peñaranda, se hizo.” El mencionado cáliz está realizado en el último cuarto del siglo XVIII en algún taller emeritense.

ADMINISTRACIÓN Y REEDIFICACIÓN DE LA CAPILLA – NUEVOS ESPACIOS PARROQUIALES

Si bien la capilla fue solicitada en el año 1779, es en un documento posterior donde se recoge copia textual de dicha solicitud, en el que además, aparece una sentencia que expresa que toda la obra ha sido ya realizada: “En los 18 de febrero del año pasado de mil y setecientos y ochenta y tres, los capellanes sustitutos, administradores del Patronato de Nuestra Señora de la Concepción, que se venera en esta Parroquia y su cura párroco representante a su Excelencia, suplicándoles se digne ceder la capilla que servía de baptisterio para colocar en ella dicha soberana imagen, atento a no quedar perjudicado su Excelencia y que en su lugar, harían de cuenta del Patronato otra capilla donde asentar y poner la citada pila bautismal, un osario capaz y suficiente para juntas los huesos de los difuntos y un órgano decente, de valor de mil pesos sin perjudicación de las regalías de su Excelencia, ni tampoco de los derechos parroquiales.”

El beneficio parroquial era importante como podremos ir detallando progresivamente. De entrada, la capilla entregada al Patronato recaía a partir de ese momento íntegramente en el mismo es decir: “Se obliga al Patronato, que de su caudal se obligue a la sentencia y reedificación de la capilla cedida por su Excelencia y que este quede libre (la parroquia) e indigne de concurrir, ni sufragar costo o dispendio alguno para aquella en el caso que por algún evento se verifique su ruina…que la obligación sea de los bienes, rentas y efectos del Patronato para la decencia, conservación, reparos y reedificación…”

Pero además la reconversión de la capilla cedida en sacristía del Patronato como titular de la imagen conllevaban una serie de reformas importantes, que nos permiten incluso conocer la distribución espacial de la parroquia de San Pedro en el siglo XVIII, distinta lógicamente a la actualidad.

Al ser esa capilla conocida como la del baptisterio quiere decir que era el espacio destinado para los bautizos y por tal, donde se encontraba a la altura de 1779 la pila bautismal. El poder otorgado por los condes y la escritura de cesión al patronato, exigía además la construcción de una nueva capilla donde ubicar la pila bautismal. Esta recayó donde entonces se encontraba el osario, bajo el actual coro (donde actualmente la encontramos) y el traslado de los restos allí ubicados a un nuevo espacio: “Con motivo de la nueva obra de la parroquial se proporciona paraje bajo el coro alto en donde se perjudica la capacidad y hermosura de ella ante sí, dándole decencia y mayor seguridad. Haremos de cuenta del patronato otra capilla para colocar la pila, quedando la suplicada de cuenta de la Virgen. Y como el lugar donde se hace la nueva capilla discurre la precisión de hacer decir que, siendo paraje con modo para ello el terreno que ocupa el osario, nos obligamos hacer otro sitio que el administrador tenga por conveniente, con beneficio de la pared principal en que apoia, libertándose ésta de la infección de huesos muy perjudicial a los edificios en juicio de sus facultades.”

La nueva capilla quedaba terminada y realizada en el año 1784 configurada por un espacio dedicado al culto de la imagen la cual era ubicada en un altar con su retablo, ocupando ésta su centro. Insisto que ahora puede tratarse de una imagen de vestir pues, a partir de 1795, en el Libro de Fábrica aparecen diversos pagos para manto, redecillas para el pelo, incluso pelucas para la imagen. Esta capilla contiene una historia que ha evolucionado desde el mismo momento de su fundación. Según una Real Provisión de hidalguía a favor de don Pedro Gragera y don Juan Pérez Gragera fechada en el año 1796, se hace referencia a que, el 21 de octubre de 1603, otorgaron su testamento en la villa de Montijo a Juan Pérez Gragera y María Sánchez, su mujer, vecinos de esta villa. En el testamento, ordenaron que, de sus bienes, se hiciera una capilla en la iglesia mayor, entre la capilla de Isabel de Sequeda (la que sería en estos momentos del Patronato) y la mayor. Luego la fábrica de la capilla perteneciente al Patronato fue la antigua capilla de Isabel de Sequeda que ya estaba construida a inicios del siglo XVII.

La conservación y mantenimiento de la capilla en calidad de sacristía pertenecía en exclusividad al patronato y en ella se realizaban todos los cultos en honor de la Inmaculada Concepción: “Para que, sin elección ni voluntad de su excelencia, pueda usarla en sus fiestas, misas y sermones y demás oficios divinos…”El Patronato se había comprometido con el cese de la capilla, no sólo a reformarla y construir una nueva para ubicar la pila bautismal, sino que, además, proporcionaría un órgano a la parroquia que no poseía: “Carece esta parroquia de órgano decente para la solemnidad de las festividades y oficios divinos. Y, haciéndole falta así a Nuestra Señora en sus misas cantadas todos los sábados, como a nuestro Amo y demás imágenes en sus festividades, haremos uno decente por valor de mil pesos poco más o menos y queda la iglesia asistida sus gastos de ella y los derechos parroquiales en nada le perjudican.”

El órgano fue adquirido en Jerez de los Caballeros al maestro Francisco de Andía el 30 de junio del año 1780 por 15.000 reales de vellón, 1.000 pesos según aparece referenciada en la carta de cesión de la capilla. Hoy únicamente se conserva su armario exterior pues, todo lo que es el órgano propiamente dicho ha desaparecido. Situado el coro alto. Para poder pagar el mencionado órgano, el Patronato tuvo que pedir licencia para adquirir un crédito con el que poder hacer frente a los gastos.

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