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Foto del escritorPablo Iglesias Aunión

Diálogos con la Historia (III)

Esgrafiados en Montijo: siglos XVI-XVIII: La idea hecha imagen. La imagen transformada en mensaje


Vivimos en una sociedad que a pesar de estar marcada por los grandes avances en el mundo de las llamadas nuevas tecnologías y de las ciencias de la información, a veces aparece alejada del diálogo y de la capacidad de transmitir con claridad y firmeza ciertos pensamientos. No siempre ha sido así y en épocas con menores recursos.


El ser humano se ha preocupado precisamente por la transmisión de ideas desde tiempos inmemorables, desde que aprendió los primeros signos capaces de transmitir lo que en abstracto nacía de su pensamiento para ir desarrollando lo que será y es el gran legado que generacionalmente vamos dejando a nuestros hijos: el legado cultural. Hablamos de cultura y la cultura no es otra cosa que un conjunto de historias que dan cohesión a la sociedadafirmaba Dietrich Schwanitz en su obra en torno a todo lo que hay que saber sobre la cultura (Ediciones Santillana, 2006).


Y la cultura ha generado o ha sabido siempre generar grandes aportes a la historia de las civilizaciones, concepto este último algo complejo y donde historiadores como Toynbee, Spengler o Sorokin llegaron a definir como conjunto de rasgos peculiares (sociopolíticos, económicos, jurídicos, costumbres, visiones del mundo…) que diferencia una comunidad humana de otra.


En esa idea de transmisión a lo largo de los siglos el hombre ha sido capaz de inventar mil y una maneras de poder comunicar una idea bien fuera económica, política, social o religiosa, especialmente nosotros queremos detenernos en la religiosa. En este juego evolutivo entre hombre-pensamiento-comunicación los edificios, la arquitectura, fue adquiriendo un protagonismo enorme y han llegado a ser (lo son obviamente hoy), lienzos donde plasmar en vivos colores esas ideas. Nos quedamos pues en las ideas religiosas y nos quedamos de la misma manera con los edificios o con la arquitectura religiosa para cerrar esta trilogía que ya titulamos Diálogos con la Historia.


A lo largo de los dos capítulos anteriores, hemos dedicado nuestro quehacer a reflexionar en torno a lo que un templo, concretamente el templo parroquial de san Pedro Apóstol de Montijo, capaz de transmitir muchas de esas ideas por medio del arte que encierra dentro de sí mismo: pintura, escultura, retablística…Pero hay un lenguaje mucho más claro que el hombre ha querido dejar plasmado a través de signos e imágenes para que el propio templo y en definitiva la misma historia continúe hoy por hoy hablando llena de actualidad, son los llamados esgrafiados.


¿QUÉ ES UN ESGRAFIADO? ¿DÓNDE APARECEN EN MONTIJO?


Se trata de una técnica ornamental utilizada en la decoración, en el enlucido y en el revestimiento de los muros que generalmente puede ser utilizado tanto en el exterior como en el interior de los templos. Nosotros nos vamos a ocupar de los que en Montijo existen en el exterior del templo de San Pedro Apóstol, aunque podemos encontrar algunas representaciones similares de esgrafiados recuperados en el convento del Santísimo Cristo del Pasmo cuando fue restaurada su fachada y que estaban anteriormente bastante ocultos y deteriorados.



Estamos ante un término que procede del italiano (sfgraffiare) y hablamos de una técnica decorativa que se basa en la superposición de capas de revoques, revestimientos, que pueden utilizar distinto color (blanco, amarillo, negro, rojo), sobre los que aún frescas se aplicaba una lechada de cal o de yeso y cal (tabardillo), que servía de base a un dibujo trasladado a un muro. Son los casos que vamos a poder ver en uno de los muros laterales del templo parroquial de san Pedro Apóstol, prácticamente todos ellos localizados en el muro occidental es decir, en la parte posterior a la fachada principal y que veremos que contienen una variada representación que va desde imágenes de personajes, algunas posiblemente identificadas con Cristo, tanto masculinos como femeninos, corazones traspasados por puñales posible interpretación mariana-dolorosa, flores y figuras geométricas, las llamadas mallas.


Una técnica que además era bastante económica y muy estética pero que presenta enormes dificultades a la hora de precisar la autoría, pues hemos de entender que se trata de un traslado al muro desde unas plantillas. Igualmente es complejo datarlas cronológicamente si bien, por el lugar del edificio en el que aparecen y por los estudios realizados en otros puntos de la geografía extremeña se sitúan entre los siglos XVI al XVIII, coincidencia para el caso de las existentes en el templo montijano.



En general hablamos de unos esgrafiados que se utilizaban para cubrir paramentos exteriores de edificios generalmente religiosos, aunque en otros lugares de nuestra geografía extremeña también eran utilizados en casas populares. Al tratarse de grandes superficies (imaginen el muro del que estamos hablando, de sus sucesivas reformas y del deterioro por el paso del tiempo), posiblemente como hemos indicado anteriormente fueran realizados en torno a finales del XVI o principios del XVII-XVIII (justo al lado de dicho muro hay una puerta con una fecha del último cuarto del siglo XVI), todas ellas acompañadas por esgrafiados en forma de mallas geométricas.


Geográficamente se tienen estudiados estos esgrafiados en zonas de Calera de León, Medellín, Mérida y área de influencia (Montijo, por ejemplo) o Puebla de Alcocer.


¿DE DÓNDE PROVIENE ESTA TRADICIÓN DECORATIVA?


Se trata de un ornamento geométrico y arquitectónico claramente de influencias foráneas, en el que hay autores que consideran que tienen su origen en adornos mudéjares, de tradición flamenca-nórdica, cuya técnica era conocida y se había llevado a la práctica durante la dominación hispanomusulmana con representaciones geométricas romboidales (losanges) y cuadrangulares a dos colores que se habrían consolidado en tierras extremeñas citando casos como la fachada del monasterio de Yuste o en la sacristía de la iglesia de Santo Domingo de Trujillo[1].


Lo interesante de este sistema es que el dibujo permanece en relieve tras rascado de las zonas desornamentadas de tal manera que se puede observar la coloración de las capas de mortero inferior, que en algunas ocasiones presente ricos juegos visuales y perspectivas que incluso pueden ser acentuados por un acabado posterior al realizar pequeñas incisiones o rayados paralelos (grabados) o con pinceladas de cal (grisalla) para dar sensación de relieve[2].


Finalmente podríamos decir que su finalidad a parte de las ya señaladas ventajas económicas, estéticas y de conservación que toda fábrica parroquial se procuraba, se busca también mejorar principios propios del más puros sentidos arquitectónicos dentro del orden y la proporción (euritmia), de manera que se le daba al edificio una magnitud proporcionada.


Indudablemente se convierten los esgrafiados entre otras muchas interpretaciones y exigiendo una mayor profundidad en su estudio, en una fuente arqueológica importante y nos sirve para enriquecer el estudio de cualquier edificio en este caso del siempre apasionante templo parroquial de San Pedro Apóstol puesto que ayudan a conocer lo que se entiende por estratigrafía mural y comprender los periodos en los que se ha intervenido o modificado un muro.

Pero es justo que este pequeño estudio sobre los esgrafiados sea dedicado a quienes me hicieron en su momento referencia a su existencia ante mi incredulidad. Me refiere a alumnas del IES Vegas Bajas de Montijo durante el curso 2018-2019: Lucía Gómez Romero, Gema Rodríguez Castillo, Marta Cabañas Morán, Natalia Mata Rodríguez y Blanca Carretero Ramos.

[1] Francisco Sanz Fernández, Esgrafiados, encintados y enjalbegados renacentistas en torno al curso medio-bajo del río Tagia, Universidad de Extremadura. [2] Francisco Sanz Fernández, Miguel San Salazar y Juan de Orellana-Pizarro, La decoración y articulación de paramentos arquitectónicos de Trujillo: los esgrafiados de cal. XXXV Coloquios Históricos de Trujillo, 2006.

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