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La seña de identidad de un Cofrade es “Cristo y por tanto la Iglesia”: "se es cofrade día a día"

Actualizado: 3 abr


Estación de Penitencia en la calle


Llevo muchos años estudiando el fenómeno de la religiosidad y piedad popular especialmente a través del tema de las hermandades y cofradías desde que en el año 2001 presenté mi Tesina Doctoral en la UEX sobre este contenido para una parte de la geografía extremeña. Posteriormente he podido participar en congresos y jornadas dedicas el fenómeno de la Historia de las Mentalidades. He escrito y publicado varios trabajos y capítulos que han configurado incluso parte o la totalidad de algunos de los libros que me han sido publicados. Por ello, lo que ahora intento es de manera humilde pero honestamente es reflexionar sobre nuestro papel como cofrades en una sociedad tan cambiante y plural como es la actual.

 

De la misma manera no es mi intención “dictar sentencia de nada”, pues no soy yo quién para ello, más bien lo hago en un tono reflexivo, con el deseo de compartir con ustedes algunas ideas con las que pueden o no estar de acuerdo, pero siempre manera positiva y sin señalar a nada ni a nadie (como aclaro más adelante), al igual que es mi deseo hacerlo de forma serena y con una autocrítica en algunos momentos.

 

Personalmente no deja de asombrarme el que en algunos lugares de nuestra ancha y extensa Iberia, nos encontremos como cofrades o hermanos penitentes a personas que identifican el hecho de serlo con el estar apuntado a una cofradía, pagar unas cuotas y el día de la salida de la estación de penitencia o procesión ponerse en la calle e incluso si me "dejan y me atrevo" (que se atreven, vamos que si se atreven), organizar parte de la misma.



Ser nazareno se es todos los días

 

Creo que las Cofradías y hablo con absoluta generalidad, Dios me libre de señalar a nadie ni a ninguna localidad en concreto, deben ser las primeras en conocerse así mismas, cuál es su verdadera dimensión y lo que significa y les debe importar el hecho de lo que representan estas personas que no aportan absolutamente nada en sus comunidades parroquiales, no asisten dominical a la Eucaristía e incluso no tienen ninguna relación con la Iglesia por tanto tampoco por la parroquia, lugar y sede canónica de cualquier hermandad.

 

Cierto que ser o pertenecer a una cofradía es un hecho total y absolutamente voluntario (faltaría más), un hecho querido libremente por quienes a ellas pertenecen. Pero de la misma manera, no debemos olvidar que una Cofradía es una asociación pública de fieles, que tienen en común los mismos intereses religiosos, y cumplen con unos determinados fines especialmente con tres: la celebración del culto público, el crecimiento espiritual de sus miembros y la práctica de obras asistenciales y sociales. Lamentablemente insisto, en ciertos lugares de nuestra ancha Península y concreta Extremadura, observamos a gente que perteneciendo como asociado -porque paga una cuota, nada más- no responden a este esquema.


Igualmente es cierto que estos fines son comunes a otras asociaciones de laicos que coexisten en el seno de la Iglesia, pero insisto "de la Iglesia", es decir, de entrada hay que sentirse Iglesia y estar en la Iglesia con pleno convencimiento de todo lo que ello significa. Entonces ¿cuál es el hecho que las puede diferenciar a esas otras asociaciones de una cofradía? Que éstas, organizan procesiones o estaciones de penitencia y estamos ante algo muy serio.

 

El periodista Carlos Colón Perales hacía una aclaración muy interesante respecto al tema de las procesiones: “Las imágenes son la Palabra de Dios esculpida y la cofradía en procesión es la predicación en la calle”. Luego entonces, estas personas “arrimadas” en el día justo y único de la salida procesional, realmente“  [Colón Perales, Carlos. «Cómo San Juan de la Palma hiere de belleza». Prólogo del libro «Amargura, la Hermandad de San Juan de la Palma». Tomo I, p. 8. Ed. Hermandad de la Amargura. Sevilla. 2008]. Entonces, estas personas ¿predican en la calle si no han celebrado en el templo lo que luego se representa iconográficamente?”

 

Las propias cofradías saben organizar sus procesiones con el máximo celo y dignidad. Por ejemplo, en la localidad donde vivo Montijo , este año, “las juntas de gobierno” de las diferentes hermandades y cofradías, han dado todas ellas un auténtico ejemplo de "saber estar" y "saber comportarse" ante la compleja situación generada por las inclemencias del tiempo. Tienen un camino de identidad claro con su corresponsabilidad con el "pueblo de Dios" en sus parroquias.


Pero volviendo a la realidad general española, los cofrades que participan en ellas deben hacerlo con el máximo respeto y responsabilidad: silencio, adecuado comportamiento, hábito correspondiente, expresión de lo vivido en la Semana Santa en el Santo Triduo Pascual, toma de conciencia de por qué se les llaman “nazareno” (sigue a Jesús de Nazaret en el momento de su Pasión y Muerte). Todo ello es lo que hace esencialmente que uno se sienta “cofrade” es decir, que se sienta de Cristo y, no hay un seguimiento de Cristo sino es desde la Iglesia.

 

Pero participar en una procesión aunque sea de la manera más decorosa, no es ni mucho menos lo esencial "ser cofrade de cuota", porque entonces pierde la identidad la institución y por supuesto lo pierde la persona cuando, reconocidamente alejadas de la Iglesia las vemos como “penitentes-organizadores en la calle” porque “ellas aman las tradiciones”.

 

Dice Monseñor Abilio Martínez, Obispo de Osma-Soria, que para ser cofrade hay en primer lugar que definirse “como cristiano y católico” y por tanto ser capaz de seguir las enseñanzas de Jesús.


"Jesús de Nazert" de Franco Zeffirelli, 1977 


Que, para ser cofrade, se le debe suponer una incorporación activa a la Iglesia: insistimos, “activa”. Que, para ser cofrade, hay que dar testimonio del Evangelio en nuestra vida diaria y servir al prójimo. Que, para ser cofrade hay que valorar profunda e intensamente los Misterios de la Pasión de Jesucristo entendiendo que fue capaz de entregar su Vida por nosotros.



Algunas publicaciones vinculadas al fenómeno de la Historia de las Mentalidades

 

Para ser cofrade, hay que hacer de las procesiones una vida y coherentes manifestaciones de fe. Ser cofrade, es acompañar a Jesús o a la Virgen en las procesiones, pero hacerlo también el resto del año dejándose a su vez acompañar por Ellos. Ser cofrade, finalmente señala el Obispo de Osma-Soria, no es trabajar para una semana (algunos un día o unas horas), sino que es una actitud permanente, porque es la actitud del cristiano: permanencia, constancia y esperanza.

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