"Acaba de ser remodelada su techumbre que se encontraba en muy mal estado. Impresionante el proceso de conservación y remodelación del Patrimonio Histórico-Artístico a cargo de la Comunidad Parroquial de San Pedro Apóstol de Montijo"
Nueva techumbre para la ermita. Aún se puede observar parte del tejado a sustituir en la nave adosada más moderna
HISTORIA DEL HOSPITAL ERMITA JESÚS NAZARENO. SUS ORÍGENES: último tercio del siglo XVII o principios del siglo XVIII
No se trata en este artículo de hacer una referencia en torno al proceso de sustitución de la techumbre en este importante edificio histórico patrimonial de Montijo. Efectivamente el trabajo por su conservación desde la Comunidad Parroquial de San Pedro Apóstol está siendo genial en estos últimos meses: retablos, especialmente el Retablo Mayor, pintura del interior del templo y ahora el tejado de la ermita. En todo ello igualmente es de sumar el apoyo y el trabajo desde la Diputación Provincial de Badajoz y desde el Arzobispado de Mérida-Badajoz. Pero insisto, no es la idea aunque es justo recalcar todo ello.
Buscamos una comprensión más desde el plano histórico-artístico y antropológico, desde el terreno de la Historia de las Mentalidades en sociedades y momentos comprendidos entre finales de la Edada Media y la Edad Moderna.
Corremos el peligro y por ello queremos huir del terreno de una excesiva suposición histórica, pero contamos con una argumentación lo suficientemente refutable para poder afirmar que la desaparición del primitivo hospital de pobres en Montijo (siglos XV-XVII, del que nos ocuparemos en un nuevo estudio), está seguramente relacionada con la aparición o entrada en escena de la obra de los Hermanos Hospitalarios que desde Mérida (no en vano por las mismas fechas se levanta en Mérida un hospital con el mismo nombre) extendieron a lo largo de todo el siglo XVII su ingente obra.
Otra perspectiva, con la espadaña al fondo, de la nueva techumbre
Fruto de ello es el nacimiento posiblemente a finales del siglo XVII o muy al principio del siglo XVIII del llamado Hospital Ermita de Jesús Nazareno, una de las instituciones más carismáticas e interesantes con las que ha contado la villa montijana y cuyo legado, contribuye en la actualidad a un alto enriquecimiento del patrimonio histórico-artístico de la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, que como decimos se está preocupando y mucho por su estado de conservación y remodelación: lo hizo en el año 2000 con la restaruración de su retablo mayor y lo ha venido haciendo en sucesivas fases con la pintura y conservación del interior. Ahora ha tocado a la siempre compleja estructura de la techumbre.
Vicente Navarro del Castillo afirma, que dicho "hospital nazareno" no es citado en por Bernabé Moreno de Vargas, quien fue en el siglo XVII alcalde de Montijo y que escribe una interesante obra donde ofrece una rica visión de la comarca emeritense a inicios del siglo XVII (véase para ello la obra V. Navarro del Castillo, Montijo. Apuntes históricos de una villa condal. Mérida, 1974.)
El hecho de que en Mérida se fundara en el año 1724 un hospital y ermita bajo esta misma advocación hace sospechar que los años de fundación no deben estar lejos y que su erección se debe indudablemente a la acción de los Hermanos Hospitalarios de Jesús Nazareno, que desde Mérida venían por los pueblos solicitando sus limosnas. Las expresiones artísticas aparecidas, las cuales se han podido estudiar y fechar, lo sitúan más hacia los años finales del siglo XVII como un bello fresco donde hoy se encuentra el Retablo Mayor.
Con la clara intención de atender a los más desafortunados nace el hospital de Jesús Nazareno estableciéndose en toda la comarca un importante circuito de centros dedicados a este tipo de atenciones: Mérida, Montijo, Puebla de la Calzada y Badajoz. Montijo contará con el hospicio franciscano de San Antonio, el cual llegó a contar según el Censo de Floridablanca en 1787 con tres profesos, un lego y un donado. Como ejemplo para esta Centuria del Dieciocho y a modo de ir abriendo el sugestivo marco de actuación a favor de esta población marginal, el mencionado censo nos descubre el estado de la cuestión para el último cuarto del siglo XVIII, en el año 1787:
CENSO DE FLORIDABLANCA. AÑO 1787. HOSPITALES Y HOSPICIOS EN EXTREMADURA
Hospitales | Hospitales | Hospicios |
Casas | 31 | 2 |
Empleados | 111 | 3 |
Enfermos | 48 | --- |
Enfermas | 26 | 9 |
Locos | --- | 29 |
Locas | --- | 27 |
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A.H.P. de Badajoz. Sección: Censos y Fiscalización. Censo español. Ejecutado por orden del Rey comunicada por el Excelentísimo Señor Conde de Floridablanca, Primer Secretario de Estado y del Despacho. Año 1787. Imprenta Real. Provincia de Badajoz. INE, 1979-1987. También aparece un estudio en relación al total de hospitales y hospicios en diferentes tablas y con relación a España en la obra de P. Iglesias Aunión, Historia de la Comarca de Lácara. De la crisis del Antiguo Régimen a la Edad Contemporánea (1761-1970). Edita: Adecóm-Lácara. Imprenta: Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 2002.
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Este hospital Jesús Nazareno era un edificio de una sola planta que tenía adosada y con acceso propio una ermita. La primitiva y originaria forma arquitectónica, así como su ornamentación la conocemos en leves proporciones por las remodelaciones que sufrió a mediados del siglo XIX sin embargo, buena parte de sus obras de arte ha llegado hasta nosotros.
"Ecce Homo" que formaba parte de las pinturas murales sobre las que se colocó el actual Retablo Mayor
Los primeros documentos que nos hablan de él, serán precisamente los iconográficos y el amplio lenguaje plástico que sus obras de artes manifestaron desde el principio. Documentalmente son las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada quien habla directamente de él:
“A la trigésima pregunta dijeron, hay un hospital en que se recogen pobres viandantes, con el título de Jesús Nazareno, cuya cuentan ignoran y se remiten a la relación que hubiere dado su mayordomo y se distribuye en el culto Divino.”
Sin embargo, nada de él se dice en el Libro de Eclesiástico correspondiente al interrogatorio de Ensenada, pero sí de los bienes y posesiones de Cofradía Jesús Nazareno dependiente del hospital.
Tampoco en las relaciones y descripciones que el geógrafo Tomás López da a finales del siglo XVIII (aunque recordemos, existen los libros de fábrica del mencionado hospital que superan estas fechas), aunque igualmente nos deja una serie de datos que nos sirve para comprender la situación sanitaria de la villa. T
omás López afirma en 1798 que la villa de Montijo no tiene ni pozos con agua saludables ni tampoco aguas minerales, apreciadas en estos momentos precisamente por cuestiones de salud:
“Carece de toda agua salubre y sólo tiene muchos pozos que dan agua potable es de tan mala calidad, que por su mucha cresicie experimentan funestos efectos en la orina".
Respecto a las principales enfermedades a la que los montijanos se enfrentan se encuentran:
“Enfermedades la endémica es la terziana, que siendo autumnal se constituie rebesiba y solo se cura con potazión de muchas orozas de quina, al dominante es el tisis inutable".
LA OBRA DE LOS HERMANOS HOSPITALARIOS: fundaciones "Jesús Nazareno"
Facha principal de la ermita Jesús Nazareno. El edificio del hospital ha desaparecido en la actualidad
El proceso de restauración del Retablo Mayor de la ermita de Jesús Nazareno, puso de manifiesta un conjunto de pinturas murales que se alzaban como primer retablo de la ermita del mencionado hospital. La datación del retablo mayor en el primer tercio del siglo XVIII, trasladaba indudablemente la fecha de fundación a los últimos años del siglo XVII, concretamente entre 1690-1699.
No conocemos cuáles fueron las reglas primitivas por las que el hospital se fundó y como era regido pues hasta nuestros días, únicamente poseemos dos libros de fábrica del hospital que además están incompletos y que son la única fuente originaria de éste. Sin embargo, gracias a ellos, sabemos las principales funciones y los cargos que se desempeñaron: mayordomo, capellán, hospitalero, médico y muñidor.
El mayordomo, encargado de administrar los bienes del hospital, lo hacía anualmente ante el párroco de la iglesia de San Pedro y los alcaldes ordinarios de la villa y los visitadores eclesiásticos según consta en los libros de fábrica del hospital. Cobrador de las rentas, pagador de todos los recibos atendía los diferentes gastos que ocasionaba el funcionamiento de la institución, supervisando el funcionamiento del mismo. Generalmente, pasado el periodo de un año, era nombrado un nuevo mayordomo.
Por su parte, el capellán respondía de todo lo concerniente a la vida y atención espiritual dentro del hospital. Coincide el capellán con el cura párroco de la iglesia de San Pedro: presidía las Eucaristías, especialmente aquellas que iban destinadas o eran aplicadas por el alma de los pobres allí fallecidos; confesaba, daba la Comunión, presidía las celebraciones de la Cofradía que tenía el Hospital, especialmente las procesiones organizadas por la propia cofradías
El muñidor restringía su función a la de dar sepultura a los fallecidos en el hospital. Todos ellos contaban con su sueldo. Además, en los entierros el hospital ingresaba por medio de la Cofradía al salir el estandarte de ésta, lo que conllevaba siempre o generalmente el pago de una cantidad. En el año 1773, el muñidor percibía la cantidad de sesenta y cinco reales de vellón por dar sepulturas a los fallecidos. El hospitalero por arreglos en la huerta cobraba es mismo año la cantidad de once reales de vellón.
Las necesidades de actuar contra la marginación y la pobreza se nos puede aclarar si vemos que a mediados del siglo XVIII, en 1753, Montijo contaba con 43 pobres de solemnidad declarados en el Catastro del Marqués de la Ensenada. Poco después, en el año 1761, en un censo que se añade como “ampliación” al Catastro de Ensenada, se recogen estas interesantes anotaciones sobre la población marginal en Montijo considerando la existencia de un total de 39 individuos tipificados como pobres de los cuales destacamos algunos de los casos más significativos:
1. Mateo Sánchez Merino, de 60 años. Casado. Tiene un hijo mayor que trabaja como sirviente de labor.
2. Alonso Martín, de 25 años. Huérfano. Soldado.
3. Pedro González, de 22 años, considerado como “insensato”.
4. Pedro Martín Coco, de 70 años. Imposibilitado.
5. Fernando García Cornejo, de 76 años. Viudo. Tiene una hija y un hijo mayor de profesión arriero.
6. Benito González, de 24 años. Considerado como “insensato”.
7. Juan Sánchez Pinilla, de 60 años. Está casado y el mayor de sus tres hijos, es sastre no incluyéndose en el presente asiento.
8. Pedro Fernández, de 60 años, ciego.
Algunos datos más nos permiten comprender la realidad marginal del momento. En el año 1791 aparecen recogidos a través de las respuestas al Interrogatorio de la Real Audiencia que hacen mención a la existencia de un hospicio franciscano bajo la advocación de San Antonio y un hospital dedicado esencialmente al cuidado de los pobres bajo el nombre de Jesús Nazareno.
Para poder atender los gastos que ocasionaba la atención de los pobres y enfermos la fábrica del hospital Jesús Nazareno nos muestra importantes
bienes que de éste aparecen, unidas a la de la Cofradía que está acogida bajo su mismo nombre. En el libro de Eclesiásticos del año 1753 para la villa de Montijo del Catastro del Marqués de la Ensenada, estas eran las posesiones de la cofradía Jesús Nazareno dependiente del hospital:
Un solar de casa en la calle de Arriba, que tiene diez varas y de fondo doce. Linda por la derecha con casas de Juan Gragera y por la izquierda con otra de Antonio González.
Una huerta al sitio del Ejido distante cien pasos. Hace seis fanegas, cinco de primera calidad y una segunda. Las cuatro de hortalizas y frutales que se riega con agua de la noria y las dos restantes de secano. Una de primera calidad y una de segunda. Está murada. Está arrendada a Manuel Cabrera en 32 ducados al año.
Tiene contra sí de carga anual ocho pollas que se pagan al excelentísimo Señor Conde de Montijo.
Otros de quince reales importe de unas misas cantadas que anualmente se paga al cura de esta villa.
Percibe un censo de 22 reales que anualmente le paga Pedro Palomo de casas que habita en la calle de Papas.
Otros de 15 reales que anualmente le paga Francisco Pérez vecino de la ciudad de Badajoz, impuesto sobre una casa en la calle de Papas.
Otro de 24 reales que anualmente le paga Gonzalo Martín, de casas que habita en la calle de Badajoz.
Otro de 19 reales y 32 maravedíes que anualmente le paga don Andrés Pérez de Mendoza Maco, presbítero impuesto sobre un cercado al Ejido, junto a los de Martínez de esta villa.
Otro de 33 reales que anualmente le paga don Manuel Ramírez, presbítero, impuesto sobre una casa en la calle de Porras.
Otro de 19 reales y 32 maravedíes que anualmente le paga don Pedro González, presbítero, impuesto sobre un cercado al sitio del Ejido, junto a los Mártires de esta villa.
Otro de 71 reales que anualmente le paga Nuño Hernández impuestos sobre una casa que habita en la calle de Santa Ana.
Otro de 12 reales y 21 maravedíes que anualmente le paga Juan Gragera, impuestos sobre unas casas que habita en la calle de Mérida.
Otro de 26 reales y 13 maravedíes que anualmente le paga Manuel Soltero de casas que habita en la calle de Santa Ana.
Otro de seis reales y 20 maravedíes que anualmente le paga Diego Ramírez, presbítero, impuesto sobre una casa en la calle de Acinco.
Otro de 16 reales y medio que anualmente le paga don Toribio Martín Maldonado presbítero por casa en la Plaza.
Otro de 22 reales y 27 maravedíes que anualmente le paga Sancho González Gragera impuesto sobre una casa que habita en la calle de Mérida.
Otro de 26 reales y 17 maravedíes que anualmente le paga Martín Gragera de casa situada en la calle de Badajoz.
Otro de 20 reales que anualmente le paga Pedro Gragera Román, impuesto sobre casas que habita en la calle de Acinco.
Otro de trece reales que anualmente le paga Alonso Rodríguez Luengo de casa sita propia en la calle de Arriba.
Otra de diez y seis reales y medio que anualmente le paga Domingo Gragera, impuesto sobre casa situada en la calle de Badajoz.
Otra de nueve reales y treinta maravedíes que anualmente le paga Alonso Serrano de casa que habita en la calle de Arcos.
Otro de veinte y siete reales que anualmente le paga Jerónimo Álvarez por la casa que tiene de propia en la calle de Peñas.
Otra de seis reales y veinte maravedíes que anualmente le paga Cristóbal Aunión de casas situadas en la calle de Papas.
Otra de treinta y tres reales que anualmente le paga Pedro Martín Gragera de casa situada en la calle de Arcos.
Otra de treinta y tres reales que anualmente le paga María Sánchez la Cortés, de casa situada en la calle de Santa Ana.
Otro de trece reales y seis maravedíes que anualmente le paga Gaspar de la Breña, impuesto sobre casas que habita en la Plazuela de Juan Esteban.
ADQUISICIÓN Y MANTENIMIENTO DEL PATRIMONIO HOSPITALARIO
Ermita Jesús Nazareno antes de la remodelación de su techumbre
Muchas de las instituciones benéficas tenían como uno de los fines principales la asistencia espiritual de los acogidos. Dentro de estas instituciones, el capellán y el mayordomo adquirían un gran protagonismo. No olvidemos que ambos cargos dependían directamente de la institución eclesiástica local. Se une en el hospital Nazareno de Montijo dos de las instituciones más poderosas en estos momentos dentro de asociacionismo popular: un hospital y una cofradía lo que supone una asistencia de gran interés para el Montijo del siglo XVIII.
Tampoco se puede perder de vista que el franciscanismo ahondó de manera fuerte y perenne sus raíces en la comarca y en la villa. Desde mediados del siglo XVI, teniendo como foco de expansión el monasterio franciscano de San Isidro de Loriana, hizo que en Montijo aparezca en escena el hospicio de San Antonio (siglo XVIII), dedicado igualmente a la asistencia caritativa y la atención de los más necesitados.
Desde la Edad Media a través de órdenes religiosas como la de Santiago o posteriormente con la presencia de los franciscanos ya en Tiempos Modernos, surge la necesidad de crear unas instituciones de carácter hospitalario en las que se atiendan a las personas, de las que en algún momento en las propias actas de la visitas santiaguista se dice que son “leales vasallos”. Este mismo sentimiento aparece heredado en la Edad Moderna prologándose en la vida del primitivo hospital para los siglos XVI y XVII y con el de Jesús Nazareno en los siglos XVIII, XIX y XX.
En una Extremadura donde la pobreza estaba tan extendida, la creación de núcleos de población en la comarca emeritense desde que mediados del siglo XIII y especialmente a partir del XIV hicieron y contribuyeron en la edificación y nacimiento de hospitales, actuando eficaz pero suavemente sobre el estado de pobreza. Unamos a todo lo anterior la propia mentalidad del hombre de la época que estudiamos. Con una profunda convicción religiosa, con una clara presencia de Dios en sus vidas, la preocupación por la Salvación les conduce a una actuación en la que los parámetros de la bondad, la caridad y la religiosidad mueven al funcionamiento de estos hospitales. Lo vemos reflejado en los bienes que a lo largo de los años van acumulando, la mayoría de ellos producto de donaciones y de disposiciones que aparecen en las mandas testamentarias.
Presbiterio con su Retablo Mayor en la ermita Jesús Nazareno
En esa misma funcionalidad dentro de los hospitales, se unen los aspectos religiosos y los civiles, ambos íntimamente relacionados. Dentro de los primeros, los aspectos religiosos, destacan las actividades realizadas al llegar el día de la festividad del titular o patrón. En el caso del hospital nazareno, había Misa y Sermón al llegar la fiesta de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Fuegos artificiales y un pequeño banquete acompañado de confitura y vino.
La formación del pueblo, la formación espiritual a través de los sermones es otro de los rasgos más característicos de estas instituciones. Además, la relación entre las diferentes asociaciones de la Iglesia queda más que latente en estas pláticas, sermones o predicaciones. Hasta el hospital y cofradía llegaban los frailes en sus predicaciones cuaresmales y festivas. Una vez más los libros de fábrica son claras expresiones de cómo a Montijo llegaban desde el conventual de Loriana o el conventual de Santiago de Lobón enviando a los frailes a estas actividades.
Y de esta manera, unimos todo un conjunto de actuaciones que nos refieren claramente el día a día de los hospitales. El cuidado de los enfermos era lo primordial junto a la acogida de los pobres, desamparados y viandantes. Sobre ello giraban los gastos fundamentalmente como se aprecian en las cuentas ofrecidas anualmente. Un ejemplo caro lo tenemos en los gastos realizados en el año 1781 cuando el mayordomo Juan Sánchez presenta los recibos: farmacia, toallas, vendas, tafetán, sangrador, asistencia a los enfermos y muñidor para pagar los entierros.
Las cuentas del hospital nos hablan anualmente de los importantes gastos que éste realizaba (como indicaremos en una segunda parte de este estudio) los cuales iban destinado a la manutención de enfermos, asistencia sanitaria de éstos y de los pobres que comprendía botica, médico, cirujano y sangrador. Igualmente aquellos que no podían ser atendidos, bien porque no disponía el hospital de medios sanitarios suficientes o por no disponer de espacio, eran trasladados a otros hospitales corriendo el hospital montijano con los gastos.
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PRÓXIMAS ENTREGAS:
Parte II: "Los efectos de la Guerra de la Independencia en el Hospital - El patrimonio histórico-artístico del hospital Jesús Nazareno" Editado en los XXXIV Coloquios Históricos de Extremadura. Dedicado a la memoria de don Miguel de Cervantes en el IV centenario del Quijote: Trujillo, 19-25 de septiembre de 2006. ISBN 84-689-9714-5, págs. 271-310.
Parte III: "Estudios, fuentes documentales inéditas y fuentes bibliográficas para los hospitales en Montijo y Puebla de la Calzada: siglos XV-XV". Editado por P. Iglesias Aunión, Historia de la Comarca de Lácara. De la crisis del Antiguo Régimen a la Edad Contemporánea (1761-1970). Edita: Adecóm-Lácara. Imprenta: Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 2002.
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